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Marvett McDonald: el otro camino

No todo en el baloncesto son drafts, focos y contratos millonarios. Si ustedes se paran a pensar en la cantidad de universidades norteamericanas que cada año licencian jugadores, se darán cuenta de que un ínfimo porcentaje llega a las grandes ligas. El resto, que son la mayoría, han de buscarse la vida allá por donde puedan o sean requeridos. Marvett McDonald es uno de esos jugadores que decidió saltar el charco en busca de una oportunidad. Ya saben, Europa como lugar  para vivir del baloncesto. He tenido  conversaciones con algunos de estos jugadores y poco les importa el destino, la clave es ganarse un contrato.

Eso debió de pensar McDonald cuando,una vez finalizado su periplo universitario en la UAB de la NCAA, cerró la maleta y voló primero a Hungría, donde realizó una prueba que no cuajó. Después, 15 días en Austria para abandonar el país y enrolarse, a principios de 2007, en el Sigal Pristina de Kosovo. Sí, leen bien, Kosovo. Un destino peculiar, en esa idea de jugar donde sea que invade a muchos de estos hombres recién salidos de la Universidad.

McDonald, base de 1,88 y buena capacidad anotadora, pronto destacó en su equipo, con el que alzó el título liguero. En la región balcánica gustó mucho su baloncesto y se convirtió en uno de los referentes del, a la postre, campeón de liga.

El base norteamericano, que ya había destacado en sus años de College, busca una nueva oportunidad en el Viejo Continente. Su agencia de representación es la misma que la de Lebron James. Quizá sea una señal.

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